Imagen prensa Portal de San gabriel

Portal de San gabriel

Incrustado en Ilarco, uno de los pocos barrios que en el noroeste cercano aún conservan las ventajas y encantos que caracterizaron al barrio bogotano, este conjunto de dos torres de 10 pisos, cada una con 35 apartamentos, ha llegado al sector para compartir y disfrutar sus privilegios. Nacido en 1969 sobre los predios de una antigua hacienda sabanera, Ilarco es una bien definida isla urbana limitada por dos arterias de intenso tráfico como son las avenidas Pepe Sierra y Suba. De tal vecindad se derivan buena parte de sus ventajas de acceso y de varios recursos en un radio no mayor de un kilómetro. Muchos temores suscitó en el apacible vecindario la paulatina elevación de esas torres dentro del tradicional paisaje horizontal. Pero bien pronto se vió que el holgado terreno que las alberga proveería jardines perimetrales, generosos aislamientos y, sobre todo, suficientes plazas de estacionamiento interno, subterráneas y en superficie, de moradores y visitantes, como para no recargar las calles aledañas, no apta ni diseñadas para estos fines. HABITAR realizó de “Portal de San Gabriel” un detenido y tranquilizador estudio que, además de ponernos frente a un buen proyecto arquitectónico de mesurada densidad, garantiza, hasta donde eso es posible en Bogotá, que se trata de un proyecto único, de muy improbable proliferación en el barrio, ya que este no posee otros predios con tan específicas determinantes. Este es el factor, y no otros que suelen esgrimirse como convencionales anzuelos de venta, el que asegurará una buena inversión y el mantenimiento, a plazo relativamente largo, del sútil encanto de la vida de barrio… para quienes la aprecian. Ya en el interior del conjunto, se percibe un holgado tratamiento del primer piso, con una plataforma cubierta que liga las dos torres, plenamente circundadas de jardineros y con sendos salones sociales. El vestíbulo propio de cada una es un atrio de múltiple altura coronado con marquesina, al centro del cual toma lugar el punto fijo, con dos ascensores y una escalera central. Hasta el octavo, cada piso alberga cuatro apartamentos típicos de 125 m2; los dos últimos niveles se reservaron para otras tantas unidades dúplex de 176 m2 para las cuales la forma poligonal de la planta libera una mayor área de terraza de la que ya de por sí tienen todos los apartamentos de los pisos inferiores. Esta forma gamada de la planta genera múltiples ventajas de distribución interna, iluminación y diversidad de vistas. A partir del vestíbulo pentagonal, espacio que actúa como un real punto de reparto, el apartamento muestra una clara zonificación de sus dependencias. Sobre su eje, la zona social, compuesta por tres ambientes autónomos pero vinculados (sala con chimenea, flanqueada por el comedor y el estudio) se abre hacia una terraza que por su especial tratamiento con pérgola y jardinera hacia la fachada, más se percibe como una prolongación del espacio interior que como un balcón ajeno al apartamento; es tan estratégica su ubicación que, además del salón, la comparten el estar familiar y la alcoba principal para usarla como comedor en el desayuno dominguero. Las dos alcobas familiares restantes se orientan a otras vistas, servidas por un segundo baño. Regresando al vestíbulo, una circulación definida que no invade el comedor nos lleva a la cocina, la lavandería y la habitación de servicio con su propio baño. Abordando el tema de materiales y fisonomía arquitectónica, San Gabriel se sacude la falsa moda del enchape en ladrillo, fórmula ya agotada y estéril que trata de avalar como arquitectónico lo que no pasa de ser comercial. Usa para sus animadas fachadas un bloque de concreto de vigorosa textura que lo distingue “de los demás de su especie”. Destaca con color el volumen de las chimeneas y siembra verde en las pérgolas de las terrazas. En resumen, deja vislumbrar una forma de hacer vivienda en la cual arquitectura no se aplica como pastillaje de última hora sino que está presente desde que el arquitecto realiza los primeros esbozos. Por sus bondades, hemos tomado el riesgo de destacarlo a pesar de que es muy probable que cuando esta edición, entre en circulación, la primera torre ya esté completamente vendida y nuestros lectores deban hacer cola para la segunda. Vale la pena el riesgo con miras a que, en medio de tanta mediocridad, el potencial comprador aprecie que la vivienda puede ser imaginativa y salirse de los moldes estrictamente mercantiles.